Todo aquello era una locura, exquisita, pero una locura sin duda.
Los últimos días se habían convertido en un borrón de horas que pasé, entre días y noches, en sus brazos, en sus piernas, en sus labios, en sus ojos.
Al recordar no era capas de enfocar la hora del día, pero no podía dejar de pensar en el momento en que su boca formó las palabras precisas que me dieron un vuelvo enorme al corazón. No podía dejar ir la imagen de sus ojos nervioso, risueños, y luego sorprendidos al tener su respuesta. Creí ver en su rostro comenzar a formarse el debate entre la incredulidad y la emoción repentina, pero finalmente todo dio paso a la felicidad de la seguridad de tenernos la una a la otra.
Luego las ganas de gritar al mundo que esa mujer maravillosa era mía crecían con el paso de cada minuto que pasé observándola.
Tenía gestos tan lindos, ella no tenía idea de lo hermosa que es, pero yo si. La veo como nunca había visto a nadie, y no me importaba lo que dijera el resto, no me importaba el miedo a aburrirla, a asustarla, dejé salir todo lo que veo en ella en palabras torpes dichas a media voz, reflejé cada suspiro que se me atascó en mis ojos, esperando que ella notara en el cambio de color mi fascinación, mi amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
blablame :)