miércoles, junio 16, 2010

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En un rinconsito del alma vivía a medio morir el amor que me quedaba. La ternura llegaba a veces a visitar mis actos, pero se había mudado ya de mi corazón pues éste, harto ya de las heridas, se había puesto una coraza de hierro y se había enfriado para dejar de sangrar. El cariño existía casi olvidado en mi inconsciencia y la inocencia era un pasado lejano ya.

Me habían robado gran parte de mi alegría... y la dicha de vivir era una idea incomprensible.

En esta carencia morir parecía un sueño.. un regalo ... y vivir era más una tortura... pero era inevitable al mismo tiempo... dejar de latir no era parte de los planes de mi estropeado corazón.

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