Estaba en una fiesta. El lugar me era desconocido, pero podía notar que era una parcela. Una de esas casas con mucho patio, harto pasto siempre perfecto y un quincho donde tenían instalada toda la parafernalia de amplificación.
Estaba aburrida y sola, una pésima combinación tratándose de un carrete. No tenía idea quién era el dueño o dueña de casa, quiénes eran los que pululaban por el lugar. ¿No conocía a nadie ahí?
De pronto un chico, no recuerdo su nombre y sus facciones apenas las veo borrosas ahora entre mis lagunas mentales, se acerca amable y me pregunta si estoy demasiado aburrida.
Yo me río, descubierta, y le digo que bastante. Le explico que no logro entender qué hago ahí.
Ríe conmigo ante mi sinceridad abrupta y me invita a tomar algo "para amenizar la noche". Yo sé que está coqueteando conmigo pero no le doy mayor importancia, ya le explicaré luego que no me va lo que ofrece. Pero de todas formas acepto la invitación, "por la buena onda".
- Tengo el trago más allá, escondido. No quiero que esto hueones me lo tomen todo- Me dice como disculpándose porque nos alejamos del centro del patio y de la música.
- No hay problem, sobre todo porque parece que allá ya se tomaron todo lo que había- Le digo relajada.
Nos alejamos solo un poco, como rodeando la casa. El escondite era un medidor de agua que había a un costado de la casa. "Ingenioso" pensé yo.
Sacó un vodka.
- Mmm, no es de mis preferencias, pero te lo aceptaré igual. No he tomado nada en lo que va de noche- Le digo para explicar mi fruncido ceño.
- ¿No te gusta?- me dice coqueto.
Yo río - No es eso- le explico. - Me agarra muy rápido, me mareo al ratito si tomo más de un vaso. Por eso te lo acepto igual, es lo primero que tomo, así que no hay drama-
Nuevamente ríe por mi sinceridad.
Sirve un par de vasos con vodka y jugo de piña. Para mis adentro agradezco que no sea naranja y me tomo el primero sorbo.
Otro, otro y pasó el primer vaso sin pena ni gloria.
- ¿Otro?-
- Otro -
No sé en qué momento me empecé a sentir confusa y extraña. Como si el cuerpo no obedeciera las ordenes que yo le daba. Las palabras salían arrastradas y me costaba enfocar la vista. La ebriedad no me era desconocida, y eso no era el típico efecto del trago. No estaba mareada, no estaba "prendida", solo enormemente confundida.
Lo vi sonreír. - Parece que ya sentiste el regalito que iba en el trago- dijo mientras me pasaba los brazos al rededor.
Yo hice lo que pude para empujarlo hacia atrás. Preferí intentar alejarlo antes que discutir con él, pero las piernas no me respondían y era incapaz de pararme, intentaba alejar sus manos, pero solo lograba darle manotazos al aire mientras sentía que todo se iba diluyendo en el espacio mientras me iba a negro.
"Mierda" pensé.
Desperté con el sol en la cara, sudada y adolorida.
Aturdida a más no poder y totalmente desorientada.El sol estaba justo en lo más alto del cielo, arrojando luz despiadadamente contra mis ojos que dolían como nunca. Apenas podía abrirlos.
Me costó más de un minuto entender que estaba en un suelo terroso, con piedras pequeñas perforándome la espalda, que era de día y que no sabía dónde estaba.
Asustada intenté pararme y entonces vino la peor parte, mi cuerpo dolía de tantas formas y en tantas partes que caí de espaldas de nuevo al suelo. Busqué por todas partes un poco de sombra donde refugiarme mientras intentaba incorporarme, pero parecía estar en un terreno sin dueño. De pronto lo reconocí, era un terreno cercano al hospital local. La idea me agradó.
Algo de mi cerebro comenzó a funcionar con normalidad e hizo una rápida asociación entre el hospital-urgencias-heridas y el dolor que había sentido al intentar pararme y un miedo me recorrió desde los pies hasta la nuca. Comencé a examinarme como pude y el espanto tomó posesión de toda mi maltrecha conciencia. Enormes moretones que parecían estar apenas apareciendo, cubrían mis piernas, mis brazos y podría jurar que varios puntos de mis espalda también. Tenía peladuras en palmas, como si me hubiera caído. La ropa sucia y rasgada. Parecía que había rodado por todo ese suelo abandonado. Me llevé las manos a la cara de pura desesperación y la sentí inflamada, tenía un pómulos dos veces más grande a lo que lo recordaba y mi boca..mi boca. Palpé con la lengua y sentí con horror que tenía dientes menos.
"Me sacaron la cresta" pensé repentinamente congelada bajo el sol que seguía fulminando.
Intenté hacer memoria de lo que recordaba pero era todo tan confuso.
Una fiesta en alguna parte. Música a lo lejos. Un vaso en mis manos. Ver todo borroso. Todo era inconexo y no lograba entender como había llegado a ese lugar, ni a ese estado.
De pronto me golpeó. Pasé de una casa en quién sabe dónde a ese terreno. Debían haber kilómetros de por medio, no había llegado ahí sola. ¿Alguien me fue a tirar ahí? ¿La misma persona que me había hecho esto? Por que de haber querido ayudarme, me dejan en el hospital mismo, y no en el terreno botado que está al lado.
El sentimiento de abandono y la falta de fuerza me golpearon tan fuerte y tan repentinamente que me quedé sin aire y comencé a llorar desesperada.
Y desperté.
Y sentí el alivio más grande que pueda existir cuando comprobé que todavía tengo todos mis dientes.
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