miércoles, octubre 10, 2012

Descubrición

Hoy me di cuenta que el "caminar sin rumbo" es un engaño que nos hacemos todos en algún momento. El creer que podemos salir y que solo por el no pensar mientras damos pasos es que no nos dirigimos hacia ningún lugar.
Hoy salí y me puse en el bandejón central de la Alameda (no de las delicias, porque huele a mierda) y sin importarme dirección, altura, norte o sur, naciente o poniente, me dispuse a dar pasos sin cesar, lo único claro entonces era que pararía cuando ya no quisiera poner un pie frente a otro. Estaba en eso cuando de pronto calló en mi, como "regalo" de una paloma maldita que no pudo cagar en otro lugar. Me estaba mintiendo.
Creí que no me dirigía hacia ningún lugar, creí, ilusa, que solo por no pensarlo, el recorrido se borraría ante mi y entonces sería como caminar en el aire, sin moverme. Pero estaba en el suelo, pisando una miseria de pasto y la verdad es que por más que quisiera, no podía ir sin rumbo.
Irremediablemente iba pa' delante.

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