- ¿cómo estás?
- extrañándote
No puede haber una mejor respuesta
jueves, septiembre 26, 2013
domingo, septiembre 15, 2013
miércoles, septiembre 11, 2013
como ayer... hoy
Un día como hoy pasa y se va hace cuarenta años, y en sus aires vuela la pólvora, la sangre seca, los gemidos y el dolor.
No tuve ese estremecimiento de bombas en el pecho, no sentí la corriente estando vendada, no vi ir a un amadx a punta de metralla, no vi las calles asediadas por la muerte, ni vi al semblante chileno poco a poco ensombrecerse bajo el peso de las desapariciones.
No pasé los toques de queda en vela, no tuve que temblar al ver los autos sin patentes con sus misteriosos conductores, no vi a compañerxs esposados, ni escuché los susurros asustados de mis familiares.
No senti la culata del arma homicida, ni el cañón retumbar entre paredes desgastadas. No me vi formada frente al pelotón de ejecución, ni vi mi sangre correr hacia la tierra estéril.
No vi a mi país venderse a pedazos.
No vi las noticias mentirosas.
No vi las habitaciones despobladas.
No vi los centros de tortura.
No vi los cuerpos abandonados.
No vi las fosas comunes.
No vi los miembros arrancados.
No vi las lágrimas derramadas.
Y las siento todas mías.
Un día como hoy pasa y se va cuarenta años después, y en sus aires vuela la pólvora, la sangre seca, los gemidos y el dolor.
No tuve ese estremecimiento de bombas en el pecho, no sentí la corriente estando vendada, no vi ir a un amadx a punta de metralla, no vi las calles asediadas por la muerte, ni vi al semblante chileno poco a poco ensombrecerse bajo el peso de las desapariciones.
No pasé los toques de queda en vela, no tuve que temblar al ver los autos sin patentes con sus misteriosos conductores, no vi a compañerxs esposados, ni escuché los susurros asustados de mis familiares.
No senti la culata del arma homicida, ni el cañón retumbar entre paredes desgastadas. No me vi formada frente al pelotón de ejecución, ni vi mi sangre correr hacia la tierra estéril.
No vi a mi país venderse a pedazos.
No vi las noticias mentirosas.
No vi las habitaciones despobladas.
No vi los centros de tortura.
No vi los cuerpos abandonados.
No vi las fosas comunes.
No vi los miembros arrancados.
No vi las lágrimas derramadas.
Y las siento todas mías.
Un día como hoy pasa y se va cuarenta años después, y en sus aires vuela la pólvora, la sangre seca, los gemidos y el dolor.
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