Tatuajes como marca, como arte, como recuerdo, como sueño, como regalo, como secreto, como promesa, como parte de mi.
Llevo en mi un secreto y una promesa, me haré pronto un recuerdo de superación y he decidido hacerme un regalo más, quiero una flor de loto en mi muñeca derecha el día que termine de estudiar mi carrera, ya lo decidí. Y trabajaré desde ahora mismo en el diseño.
sábado, diciembre 29, 2012
lunes, diciembre 10, 2012
Cayendo en el juego
Esto es tan antiguo, casi lo había olvidado. Pero, ¿quién olvida lo que algún día fue definición?
Esto ya es recuerdo, es pasado, pero es bueno sacarlo del baúl dónde estaba, crecía como miedo que no se afronta.
No puedo vivir con miedo.
El
sentimiento que hoy me inspira ha tentado a muchos antes de mi, cayendo varios
en su juego, así como lo hago hoy. Me lleva este a las alturas de mis sueños
para dejarme caer en la soledad de mis verdades.
Tan
rápido he caído en el juego hoy, tan fácilmente me entrego hoy a sus manos
cálidas que son las de ella, tan fácil me pierdo en sus ojos que no son otros
que los de ella. Tan suave me abraza, con la misma timidez, con la misma
tibieza. Pero en el fondo se que me engaño. Se que estas manos que me toman son
las mías propias, menos suaves que las de ella, menos cálidas. Se que los ojos
de ella en realidad no me siguen a mi, no buscan los míos, que su mundo no es
para mi, que los ojos que me miran son ilusiones menos radiantes a cada
segundo. Se que el abrazo, ese abrazo, no es mas que mi deseo que me miente
descarado, que me jura, que me besa y que me habla con lengua sucia de promesas
anteriores.
El juego
sigue y yo no escucho la voz que grita. ¿Cuándo cambio de repente el sentido?
Ahora yo
sigo al juego a lo más oscuro de mi mente, yo sé adonde llegaremos luego, ya he
caído antes, pero como serpiente encantada obedezco la música sensual que me
envuelve cual cálido abrazo de piedra. Sin sentido alguno soy expuesta a mis
peores pensamientos, lo más grotesco de mi me invade, como traspasando puertas
antes selladas, como bestia infeliz atrapada.
Me
invaden males, demonios que no son otros que los míos, me invaden.
Me
invaden dolores, que son la carne mía partiéndose ante el peso de mis pecados,
me invaden.
Me
invaden fantasmas, que no son más que mi vida, invaden.
Me invaden
el alma y profanan hasta el último pensamiento. Violan, queman, matan hasta el
último suspiro, hasta la última esperanza.
El silencio
opresor llega luego como siempre, para tapar el desastre de la guerra en mí.
Siempre llega a tiempo, siempre para evitar que grite al mundo, siempre
tapándome la boca con sus manos sucias, con su olor maldito a desesperación,
con su cuerpo andrajoso me rodea, con esa mirada vacía me desintegra, me
silencia ... me profana muda; luego, cumplida su tarea, se va.
Se va.
Y yo
quedo abandonada a mi desgracia.
Nadie ha
notado que mis ojos perdieron un día el brillo.
Nadie vio
que mi cuerpo apareció un día marcado por el acto más repulsivo.
Nadie vio
mis manos sucias.
Nadie vio
mis piernas rotas por la lucha.
Nadie vio
mi pecho rasgado.
Nadie
vio mi espalda maltratada.
Nadie vio
mi alma rota.
Nadie vio
que yo mentía.
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