jueves, marzo 22, 2012

Errar

La música distorsionada por el alcohol y el cansancio seguía sonando fuerte e imparable. Parecía que a cada nuevo TUM del bajo alguna muralla de aquella vieja casa caería. Esas mismas murallas vencidas, el ron en exceso, la fiesta, el descontrol, lo promiscuo y lo grotesco, todo era escenario perfecto para mi perdición. Todo parecía dispuesto ahí para mi caída.
Mi cuerpo seguía el ritmo de la música sin importar nada. El mareo hacía cada paso más difícil, como aviso del peligro, pero inmune a las voces de la razón seguí mi camino hacia ella como animal atraído por una carnada demasiado jugosa. Sus movimientos eran para mí el goce hecho persona. Su pelo largo escondía en parte sus facciones, pero no lo suficiente como para tapar su belleza. Sus caderas seguían un ritmo propio que era invitación para mí.
Los efectos del alcohol eran evidentes en ella también. Al notar mi mirada inquieta, aun indecisa, decide jugar un peligroso juego. Me toma la mano y conmigo parte a la mesa de la música. Sin palabra alguna cambia la música a una más cómoda para  ella, al encontrar lo que quiere se da vuelta y sonríe traviesa. Sus ojos verde agua llegan a lo hondo y mi cerebro taladra con advertencias que parecen aullidos, pero dos cuerpos calientes superan toda razón, y yo le devuelvo una sonrisa igualmente torcida.
Bailamos entonces, nuestras caderas pegadas queriendo sentir cada movimiento, nuestros brazos atrapando a la otra, acortando distancias, y nuestras sonrisas jugando a las escondidas entre nuestros cuellos y mejillas.
Completamente inconscientes bailamos hasta una pieza. La puerta cerrada deja excluida cualquier interrupción. Esos ojos verdes brillan de la excitación y yo como estúpida por esa luz me acerco a ella, tomo su cuello y me abandono a sus caricias y nuestros besos. Sus manos queman mi piel y las mías descontroladas se aferran a su cintura y pechos. Extraviadas en los efectos del  ron amigo, nos deshacemos en caricias infinitas. Elimino su ropa con verdadera impaciencia y ella me sigue el juego. Mis manos se pierden en su piel blanca marfileña, sus ojos verdes siguen mis movimientos, pero cuando me mira... en sus ojos no hay más que deseo al igual que en los míos. Caemos a la cama y nos sentimos libres. La pasión es la protagonista de nuestro encuentro nocturno. Sin previo aviso mis manos llegan a sus piernas. Con mis uñas en sus muslos saco un par de gemidos, pero lo verdaderamente interesante llega cuando mis dedos se alojan entre sus piernas. Sus suspiros, sus gemidos llenan el aire. El espacio entre nosotras se hace... nada, desaparece. Sigo tocándola sin importarme que nos escuche alguien, sin importarme que no es mi casa ni la suya, no es mi cama ni la suya. Ella también quiere tocarme, siento sus manos desesperadas por entrar en mí, pero no quiero… quiero darle todo primero… quiero sentir que se pierde en mis manos… o en mi boca.
Comienzo un camino sinuoso por su cuerpo con mi lengua y mis besos. Bajo a su pecho y con sus manos en mi pelo me pide más fuerza. Se la doy y siento que sus caderas se mueven debajo de mí, incontrolables… pidiendo atención. Sigo con mis besos marcando una ruta hasta sus caderas, mis manos bajan su ropa… eliminándola del camino que he escogido para satisfacer a mi amante. Beso desde su tobillo hasta su rodilla con verdadera prisa, pero por su muslo me muevo con lentitud... quiero que me lo pida... quiero que ruegue por esto que voy a darle. Cuando está a punto de gritar pierdo mi lengua entre sus piernas, rápido… con furia. Sus gemidos se atoran y salen todos junto en un gran “Oh” que se queda dentro de las paredes de aquella pieza… que queda solo en nuestra memoria. Sigo con mi lengua gozando de su calor, queriendo agigantarlo cuanto sea posible. Sus caderas siguen moviéndose buscando más y yo no dudo en dárselo. Mis dedos están de pronto dentro de ella queriendo llegar más allá y me lengua sigue haciendo su trabajo. Yo sigo, no me detengo por nada… sigo y sigo y sigo hasta sentir que todo su cuerpo se contrae y sus gritos ya no los contienen ni las murallas. Cuando termino, esta relajada, con la mirada perdida en el techo y yo me acuesto a su lado sin tocarla.
Todas esas escenas románticas luego de hacer el amor… acá no entran y lo sabemos. No hemos hecho algo bueno con todo esto. Nos sentíamos libres… pero la verdad no lo éramos.  

otra noche...

Su pelo reposaba contra la almohada, regando un poco de noche en la tela blanca. Hacía apenas unas horas habíamos tenido la calma para acostarnos, para buscar reposo en nuestro rincón. Su pecho era mi cuadro, el lienzo que ansiaba pintar con mis manos, con mis besos, con mis susurros, mas me daba la espalda...no sabía si ya dormía.
Con un roce leve, ingrávido, busque su columna. Deslicé mi dedo contra su piel morena con toda la suavidad que fui capaz de reunir. Su estremecimiento fue casi imperceptible con tan poca luz en la habitación, casi imperceptible al igual que el pequeño movimiento de su cabeza hacia mi. Ella notó que yo la tocaba y yo noté que ella estaba despierta, ya era imposible guardar silencio.
- ¿No puedes dormir? -
- La verdad, no -
- ¿Qué te da vueltas ahí? Es tarde, cariño...y mañana hay harto que hacer -
- Sí , lo sé. Pero amor tengo la cabeza en tantas cosas... - te diste vuelta hacia mi con lentitud y me miraste directo a los ojos. Incluso ahí, con casi nada de luz, con casi nada de espacio y de sueño, pude notar el cansancio en tus ojos, algo más oscuros que los míos y hermosos.
Con otro roce casi inexistente dibujé una línea en tu mejilla, trazando un camino desde la comisura de tu ojo hasta tu mentón. Sonreíste como sueles hacerlo cuando te acaricio y yo agradecí, como siempre, que aceptaras mi tacto tan bien.

miércoles, marzo 07, 2012

No la amaba y mis palabras salían de mi boca con facilidad, como la seda rozaban su oído y provocaban aquellas sensaciones que ambas conocíamos. La miraba a los ojos descarada y la instaba a entrar en confianza con mi cercanía, con mi tacto, con mis miradas. Todas máscaras de festival de lo falso para conseguir lo que quería de ella esa noche.
Roces que parecían sin propósitos, como sin querer, distraían su atención lo suficiente para que yo pasara por debajo de su defensa y me adentrara en la zona sensible, aquella donde los halagos pueden romper barreras y liberar ataduras.
No pensé si le hacía daño, ni si me quería de verdad, esa noche quería de ella lo que había obtenido antes de otras. No pensé si luego sufriría por mi manipulación tan evidente, ni me importó.
De sus suspiros hice mi melodía, cuando mis manos arrancaban su ropa de prisa.
De su espalda hice mi lienzo, pintando con mi saliva más mentiras, dibujé alas falsas para que creyera que podía volar. Para que se lanzara sin miedo a mis redes.
De sus gemidos al llegar al orgasmo, de sus espasmos, de sus gritos hice mi memoria y luego....y luego..
Nada.

viernes, marzo 02, 2012

El masoquismo me va a matar

Miradas.
Miradas nuevas,
viejas,
solitarias,
colectivas,
ingenuas,
acusadoras,
soñadoras,
chistosas,
agrias,
tristes,
sinceras,
falsas,
misteriosas,
evidentes,
enamoradas,
des-enamoradas,
claras,
alegres,
furiosas...
Miradas las hay de todo tipo..
buscar la tuya es
MASOQUISMO